Una mala palabra bien utilizada puede dar vuelta y desnudar al lenguaje entero. Más cuando la guarangada es lanzada desde la mismísima Jefa, vértice superior de una editorial especializada en traducciones de novelas eróticas. Si bien toda editorial legisla el buen uso de la palabra, aquí no hay jerarquía ni moralidad capaz de detener la impronunciable frase hasta el cumplimiento literal de su destino tan bajo. Para hacerlo, deberá atravesar un interminable sistema de ascensos y descensos de puestos laborales. Ir hacia la derecha y a la izquierda genital. Competir por el tamaño de las tetas. Formularse en diversos silogismos y diálogos hilarantes, hasta salir airosa e intacta en una liviana pirueta del sin sentido. Como sucede en las mejores comedias, se pierde el hilo hasta la hilaridad. Y lo inevitable del destino, se vuelve risa. En este caso “hasta las …”. |
Colección Cruces
2014 90 páginas
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